lunes, 17 de octubre de 2011

Lucecitas


He ahí mi pequeña corte de luciérnagas, brillando en la luz del amanecer.

Iluminan y velan mi sueño y su ronroneo, cantado a coro con las olas, es la nana que me acuna, alejando las pesadillas de mis noches y alumbrando con su compañía las primeras luces de la mañana. Rivalizan con las estrellas, con quienes comparten el destino de ser mis pequeñas hadas madrinas a las que pido tontos deseos y a las que saludo cada día, cuando su turno de vigilia ha terminado y mis sueños ya no necesitan guardian.

Imagino a todos esos hombres, cuya vida ha seguido siempre la partitura de un balanceo, levantándose cada noche, ya sin la prisa que impone la obligación, y alumbrando un nuevo alba haciendo lo que han hecho siempre: pescar, mirar a las estrellas, y ver como la noche deja paso a las primeras luces y a los primeros rayos de sol.

¡Qué envidia poder gozar de esos amaneceres! ¡Qué afortunada soy por compartir sus mañanas!

lunes, 10 de octubre de 2011

Marcando el rumbo


Ahí van, un día más... salen al atardecer a recónditos lugares que sólo ellos conocen, donde las olas disfrazan fondos marinos, fosas, cuevas y escondrijos bajo su manto de uniformidad. ¡Qué extraño resulta!... no hay dos olas iguales, pero todas juntas forman un todo contínuo, una única cortina que oculta secretos que para mi ni siquiera existen, pero que ellos saben leer y atisbar entre una y otra, entre vaivén y vaivén.

Y como cada tarde, comienza la danza sobre el mar. Los sedales van subiendo y bajando, y las korainas tentando al chipirón. Éste se deja engañar, y sucumbe al hechizo del anzuelo de plumas, vestido para seducir. El anzuelo le atrae hasta que, enganchado, pierde la batalla y exhala su tinta en un último estertor.

Y el juego de seducción continúa una y otra vez, hasta que la noche lo cubre todo con su manto y las farolas iluminan la fiesta en la que los chipirones siguen siendo el invitado estrella.

Más tarde, cuando lleguen a puerto, comentarán sus capturas, el sedal roto, los anzuelos nuevos, el que ha escapado, el que se resiste y no termina de picar... y el diálogo se repetirá al amanecer siguiente, antes del alba, cuando vuelvan a encender sus luces y enfilar el rumbo hacia ese punto exacto de la bahía, ese lugar secreto, más igual que nunca a todos los demás en la oscuridad de la noche...