Hoy he leído que en malos momentos hacemos la travesía del desierto, que de repente parece que todo se rompe y no vemos la luz al final del camino, que hay un punto en el que desaparece toda nuestra seguridad en la vida y es entonces cuando tomamos contacto con nuestra fragilidad y podemos comenzar dicha travesía tras aprender de la derrota.
Los desiertos nos encuentran. Y sólamente caminar ya supone hacer algo para afrontarlos. Hay que reconocer el dolor, no negarlo, sino aceptarlo. Hay que estar dispuesto a cambiar, a tratar de salir, a crear un mundo nuevo con otras reglas y otros espacios. Y, sobre todo, hay que agradecer por lo que somos y tenemos, no sufrir por lo que nos falta.
En la marejada de mi propio desierto, ése es mi faro, la búsqueda paso a paso del rumbo que he de seguir en la vida. Y como dice la película: "Podría ser peor, podría llover".
Cuantas imágenes hay en tus escritos. Sòn preciosos y un perfecto conjuro contra las lluvias no deseadas.
ResponderEliminarSi algún día quieres leerlos en voz alta y compartirlos, me gustaría que fuera aquí :
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