¡Qué bueno es desconectar un poco! Cambiar las rutinas, ver paisajes nuevos, caras nuevas, nuevos lugares que son reflejos de los que ya conocemos, y que nos traen de vuelta a casa. Unos días en otros mares, siguiendo otros ritmos que rompen con nuestra monotonía de lo conocido, pero con el recuerdo de nuestro hogar latiendo en el fondo, porque el alma no puede alejarse de su esencia.
Y no sé porqué, pero siempre escojo piedras, murallas, callejones, puertas, pueblos donde antes otros lucharon por la vida... me gusta imaginar cómo fueron esas vidas, es como si cada piedra pudiera conectarme con el latido de los que construyeron y habitaron esos lugares. A cada paso parece que surge una historia, una mirada tras esa ventana, el sonido de los pasos que se alejan...
Y no sé porqué, pero siempre escojo piedras, murallas, callejones, puertas, pueblos donde antes otros lucharon por la vida... me gusta imaginar cómo fueron esas vidas, es como si cada piedra pudiera conectarme con el latido de los que construyeron y habitaron esos lugares. A cada paso parece que surge una historia, una mirada tras esa ventana, el sonido de los pasos que se alejan...
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